lunes, 3 de noviembre de 2008

Malas Manias

La mejor forma de no solucionar un problema es ignorándolo. No debatiéndolo, no estudiándolo, no reconociéndolo.

En esas ha estado Colombia por décadas, no discutiendo los problemas reales sino temas con impacto periférico en la estructura nacional. Durante los últimos 20 anos de historia, la actualidad nacional ha sido dominada por las andanzas de la delincuencia, y los éxitos del estado se han medido por golpes a los criminales, que no al crimen como sistema ni como estructura. Recientemente, en la era del Presidente Uribe, nos hemos pasado la década pendientes de irrelevancias; reelecciones, tratados de libre comercio, que congresista se reunió con quien y cuando, en fin.

Las recientes desapariciones de ciudadanos a manos de agentes de la fuerza pública, deberían servir para identificar que los problemas de Colombia son otros. Dos concretamente. Primero la falta de educación, y segundo, un gran complejo de inferioridad racial y cultural. Son esos los factores inhibidores de la integración social necesaria para la prosperidad de un pueblo. La unión hace la fuerza, dice un ancestral adagio popular que algunos atribuyen a Confucio.

Me referiré a la educación en particular porque me parece que es el detonador de las quinientas y tantas desapariciones confirmadas; el complejo será tema en otro texto. Reconozcamos entonces, primeramente, que la base de la educación de un pueblo es el respeto a la vida, bienes y honra del prójimo. Allí yace la definición de la decencia humana. En Colombia, no diremos que no existe la decencia, pero si afirmaremos que sus niveles son inferiores a aquellos necesarios para generar desarrollo sostenible. La agresión constante entre ciudadanos, no solo impide la mutua cooperación sino que además produce autodestrucción, desconfianza y retaliación.

Esto se comprueba en las razones que comúnmente se esgrimen para excusar el asesinato continuo de compatriotas. Cada agresión es siempre la respuesta a una afrenta previa. En realidad, cada agresión se alimenta del desprecio por el derecho ajeno. En Colombia hemos hecho condicionales los derechos fundamentales del ser humano. Es por eso que crímenes cometidos contra las guerrillas, o como parte de la lucha contra la subversión, no tienen en el pueblo el mismo rechazo que crímenes cometidos por las mismas. Allí se originan las teorías de males menores que han dado origen a tanta historia de terror en nuestro campo. Mientras sigan existiendo masacres buenas y malas, siempre habrán masacres, y quedara al gusto de cada quien el como clasificarlas.

Solo a través de la educación fundamental mejoraremos como sociedad y alcanzaremos una posición estratégica para avanzar como nación. Existen dos formas de aleccionar, la construcción y la intimidación. La primera se basa en el continuo trabajo de concientización e inculcación de principios. Esta es sin duda la mejor, la más sostenible y duradera de las dos formas. Sin embargo, también es la más demorada; normalmente puede tomar una generación para evidenciar un cambio substancial. La segunda es traumática y resultadista, pero es un arma necesaria cuando la situación esta fuera de control y cuando urge un mejoramiento inmediato de las condiciones cívicas. Es algo así como la diferencia entre el sermón y la nalgada.

En Colombia necesitamos ambas. Una apuesta por el futuro mediante una mejor formación de las nuevas generaciones, y también apremia controlar a las generaciones del presente. Por eso es esencial que las destituciones al interior de las fuerzas armadas no se queden en eso. Tienen que haber condenas y muy severas para aquellos involucrados. Es vital que la ofensa no quede impune, pues es la ausencia de castigo la que malcría y alimenta la cultura del abuso.

Después de 6 años de celebración continua e idealización, estas nuevas desapariciones, que en realidad no se sabe ni cuantas fueron o si siguen ocurriendo, han puesto de presente que no hemos avanzado nada como sociedad. Aun nos seguimos matando unos a otros y encima justificándolo. He ahí nuestro verdadero problema, nuestras malas manías; vivitas y coleando.
Ñapa: Si en destituciones militares tuvo algo que ver la perspectiva del ingreso de Barack Obama a la casa blanca, seria esa razón suficiente para controvertir eso de que el partido republicano le conviene, o convenía, más a Colombia.

viernes, 24 de octubre de 2008

Certeza En La Incertidumbre


A día de hoy no logro entender si el comportamiento del Presidente respecto a la reelección es egoísta o miope.

Son esas las dos características que originan el deseo de perpetuarse en el poder. La segunda, quizás mas noble que la primera, aunque de iguales consecuencias ambas. Egoísmo en la medida en que se procura el control absoluto del poder para beneficio propio; aferrarse al poder como medidas de satisfacción de añoranzas personales, cualquiera que ellas sean. Una derrota dulce ante las tentaciones del ego. Y miope, por convencerse, y querer convencer al prójimo, de que el liderazgo propio es la única vía hacia la luz. Lógica absurda que llega incluso a ignorar el carácter mortal del ser humano.

Llámese Álvaro Uribe, Hugo Chávez o Eduardo Plata, el ser humano no tiene más alternativa que morirse algún día. Pretender ser el eterno conductor de un país y bloquear los recambios generacionales es ignorar que son las ideas las que le sobreviven al ser humano, y que únicamente en manos de otras personas, pueden estar tener continuidad en el tiempo.

Apartando la discusión constitucional, y los efectos que sobre el esquema democrático tiene la continua modificación de la carta magna, la actitud del Presidente y su coqueteo a la extensión de su mandato, causan grandes daños a Colombia, a sus sistema político y a las políticas y logros del mismo Álvaro Uribe.

El individualismo y el protagonismo del Presidente le han llevado a rodearse de seguidores mansos que evitan cualquier tipo de discrepancia con su jefe. “Mente superior” han osado llamarle algunos de ellos. El culto a la personalidad de Uribe que se hace al interior del uribismo, origina una conclusión rotunda, posiblemente la única certeza que puede haber en esta incertidumbre reinante: entre los miembros de la coalición no existen personajes con el carácter suficiente para ser Presidente de la Republica. En contraste a ese dicho que habla de “mucho cacique y poco indio”; allí no hay sino un solo cacique, los demás son todos indios. Todos obedientes y agachados. Ninguno dotado con la virtud de la iniciativa propia. Todos dispuestos a cederle el camino a Uribe si este decide optar por seguir. Todos carentes de ideas distintas a las del Presidente.

La ruina de la seguridad democrática no esta en los partidos de oposición, yace en la coalición de gobierno y su pobreza de espíritu y sabiduría. Nadie puede esperar que un país como el nuestro pueda ser gobernado eficazmente por quien no posee más pensamiento que aquel que le han impuesto.

Acaso por eso Uribe titubea tanto para soltar el poder. Teme de la fortuna de sus políticas y la suya propia, al ver al país en manos de uno de sus indios. Tal vez por eso se perpetúa en el poder y trata de estirar su gobierno lo más posible. A lo mejor esperando que la muerte lo agarre en palacio, durante su enésima reelección.

Peor que tener un presidente autoritario y con poco aprecio por la constitución es tener uno que sea un pelele y que tampoco respete la dignidad constitucional. Álvaro Uribe dice que optara por una nueva reelección ante la eventualidad de que del uribismo no salga un candidato de coalición. Ante la preocupación de que ese candidato al fin aparezca y llegase a ser Presidente, yo prefiero que Uribe se siga lanzando indefinidamente a la presidencia. A lo mejor en 2030 me lanzo yo y rompo el círculo atravesándomele a la séptima reelección.

Ñapa: Desplante de Al Gore al Presidente, y declaración de Obama sobre Colombia en debate presidencial, son pequeñas pistas de la preocupante opinión que se tiene del gobierno colombiano al interior del partido demócrata de Estados Unidos.

miércoles, 16 de abril de 2008

Malos Votantes


En Colombia tenemos malos congresistas por la misma razón por la que tenemos malos gobernadores, malos alcaldes, malos concejales y malos presidentes: somos muy malos votantes.

Empezó bien su articulo el columnista Alfredo Santos Molano en el diario EL Tiempo. Logro identificar que la reforma política es una perdida de tiempo, toda vez que no es un problema de leyes sino de legisladores. Toda la razón, una eventual reforma política no es solo un desperdicio de tiempo; es un engaño recurrente que le hacen los congresistas a su electorado, un mero espectáculo publicitario que no soluciona nada. Probablemente porque en su concepción no existe intención de arreglar nada.

Sin embargo, Santos Molano termino muy mal. Su planteamiento se quedo corto y luego de identificar que teníamos malos congresistas, no alcanzo a esclarecer la fuente real de dicha circunstancia y cometio el mismo error de la presidenta del senado: promover soluciones superficiales a problemas de estructura. Santos Molano, pienso yo, cayo aun mas bajo que la senadora Gutiérrez. A el se le llego a ocurrir la idea de establecer una gran lista de estrictos requisitos para acceder al parlamento. Una medida semejante daría al trasto con el principio de igualdad que es base de la Constitución. Lo que propuso el comentarista, quizás sin darse cuenta, es acabar con la democracia y sustituirla por un sistema de meritos que controlaría quien sabe quien. Mejor dicho, como dirían en mi tierra: por llamarla María Ramos . . . .

En realidad, Colombia tiene un muy mal congreso; un congreso que se lleno de delincuentes, muchos de ellos patrocinadores del genocidio. En muchos países del mundo, a estos personajes los esperaría la pena de muerte. Es un muy mal congreso. Lo es porque tiene muy malos congresistas, no porque tenga malas regulaciones, que las tiene. Tenemos malos congresistas porque somos muy malos votantes. Bueno, es cierto también que muchos de los votos de esta gente se obtienen a punta de fusil, pero aun así, los que votamos sin amenazas también lo hacemos muy mal.

El poder de la democracia tiene su origen en el poder del votante, que no en el conteo. La democracia es algo así como la mayéutica de Platón: entre todos, debatiendo podemos llegar a la verdad. Como no es físicamente posible sostener una discusión entre millones, pues se usa el voto, en el va la opinión de cada uno. La participación de grandes cantidades de personas en una charla la alimenta y posibilita que los resultados sean moderados, sabios y legítimos. Ahora bien, si en vez de opinar, nos limitamos a repetir el parecer de otro, ya sea por una botella de aguardiente y una camiseta, o simplemente por apatía, pues esa participación masiva se va reduciendo y quedamos a expensas de la voluntad de unos pocos. Es ahí donde ganan el radicalismo, la estupidez y la delincuencia. Allí donde las mayorías son indiferentes, las minorías gobiernan.

Colombia debe aprender a votar y, sobretodo, aprender la importancia y la dignidad del voto. Es esa la lección mas importante que necesita la nación. Solo cuando nuestros electores sientan y ejerzan el poder que la constitucion nacional les da a través del voto, podremos empezar a pensar en reorientar este país hacia tiempos mejores. Por eso son tan importantes campañas como la de el ex-alcalde Mockus, instruir a la población en como sus acciones y omisiones impulsan o lastiman el buen funcionamiento del estado. Lastimosamente, por su poca difusión y envergadura, a estos programas se les dificulta mucho generar cambios decisivos.

Si alguna vez usted se ha preguntado como es que seguimos eligiendo a los mismos con las mismas, la respuesta es sencilla, porque usted, o alguien que usted conoce, sigue votando por ellos. Parte de la belleza de la democracia es que no da lugar a excusas. Los culpables de nuestras penas somos solo nosotros. Si queremos un mejor país, tenemos irremediablemente que aprender a ser mejores votantes.
Ñapa: Añoranzas y suspiros por muerte de Jorge Eliécer Gaitán son una muestra mas de nuestra mediocridad. Hoy es el primer día del resto de la historia, podemos reescribirla o dejarla así y llorar por ella 60 años mas.

sábado, 5 de abril de 2008

Jugando al Gallo Capon


Esta mañana, al leer el periódico me di cuenta que ya lo había leído ayer. Que lo había leído una semana atrás. Que ya lo había leído el año pasado. Pensé entonces que el acontecer nacional es como una de esas novelas reencauchadas en las que solo cambian nombres y rostros. Todo es igual, todo es predecible, todo se repite de manera infinita; como en el cuento del gallo capón. Condenados a una historia reiterativa que no tiene final alguno.

No avanzamos. No recorremos distancia alguna. Nuestros movimientos son meramente rotacionales, que ni siquiera circulares. Le hemos perdido el paso a la historia y ella, que no espera por nadie, nos ha dejado atrás a merced de nuestros pesares. Observando el progreso con una suerte de mezcla entre deseo y frustración. Y a nuestro alrededor, otros como nosotros, pueblos torpes que, aun sin guerra, han iguálmente fracasado en encontrar el rumbo.

Estamos todos aquí secuestrados por una guerra estúpida, como lo son todas las peleas entre hermanos, de la que tan solo la imaginación nos libera de vez en cuando. Aun en momentos de reposo inadvertido, nos asecha la maldita tentación de hablar de la guerrilla, de Uribe, de los paramilitares. Se nos ha reducido tanto el mundo que ya solo hablamos de eso. De la guerra y de vez en cuando de algún otro tema ligado a ella, como de la desdichada Ingrid, o de persecuciones de bandidos, o de cualquier otra desgracia, de las muchas que aquí presenciamos a diario.

Pertenezco yo a una generación a la que le es difícil imaginar una Colombia sin Guerra. Es un pensamiento en el que cohabitan la ilusión y el miedo. La Guerra ha sido nuestra excusa, la excusa de nuestros padres, la de nuestros abuelos. Su inexistencia nos pondría de frente a nuestras culpas; podría arrebatarnos la capacidad de mirar a nuestros hijos a la cara. Son muchos los años de barbarie, de confusión, de cobardía.

Hacemos todos parte, por acción u omisión, de una tragicomedia en la que unos alegan defender un pueblo que en realidad les desprecia; y otros se proclaman refundadores de un estado que nadie les ha pedido refundar. Ambos usan los mismos métodos y razones. Esos que bien expuso este nuevo alias "Cobra"; quien confesando haber degollado una pequeña de seis años, se justifico en que la niña crecería para ser su enemiga. En realidad, aquí nadie es nada, ni pretende nada, ni busca nada. Unos y otros, como lo dijera alguna vez el coronel Aureliano Buendía: "no son mas que materifes".

La Guerra ha sido tan larga y tan absurda que se ha convertido en causa y consecuencia de si misma. Casi puedo escuchar a Tirofijo preguntándole a Jojoy: "Mono, que carajos hice con mi vida". A lo cual Jojoy, atolondrado por el perpetuo olor a pólvora y temeroso de decir alguna estupidez que le cueste el fusilamiento, tan solo lo mira y calla. El también se hace la misma pregunta y tampoco encuentra respuesta.

Así estamos y así seguiremos porque no hay nada que admita pensar lo contrario. Es todo como un juego de damas chinas que se encuentra trabado y del que solo se puede salir reorganizando las fichas bajo acuerdo mutuo, o dando un impredecible puñetazo sobre la mesa. Pero nuestras miserias son tales que no dan ni para lo uno, ni para lo otro.

Por eso cuando alguien le pregunta a uno que como van las cosas en Colombia, no queda mas remedio que responder: "La misma vaina". Y entonces arriesgarse a que alguien replique: "Yo no te dije que si la misma vaina, te pregunte que si quieres que te eche el cuento de gallo capón".

jueves, 14 de febrero de 2008

Las Verdaderas Marchas


Proliferación de marchas genera riesgo de tergiversación del mensaje y la intención de las mismas.

Ya hay nueva cita. Para el 6 de Marzo se convoco una nueva marcha; en esta oportunidad para decirle no al paramilitarismo. Algo así como en señal de compensación a la marcha del 4 de Febrero y para aclarar que en Colombia no se le quiere a las FARC, pero tampoco se le quiere a los paramilitares. Muchos creen que la ultima movilización quedo a medias y así esperan completarla. No podrá ahora Mancuso seguir invitando a marchas, ni podrá decir Tirofijo que la de Febrero la convocaron los paramilitares.

Me preocupa a mi lo que sucederá cuando el 6 de Marzo no participen 12 millones de Colombianos sino 8, o 6, o 3. Viniendo de una apoteósica manifestación, no será fácil convencer a la gente de que vuelva a salir a las calles. No porque el motivo de la marcha no lo amerite, mas si porque al tanto marchar, se va perdiendo un poco la adrenalina social. Además, porque la gente luego de la caminata se va a su casa, se duerme y al día siguiente se despierta en el mismo país en que se levanto el día anterior.

El problema no son las razones, el problema reside en la forma de protesta. ¿Porque no organizar, por ejemplo, una marcha contra el narcotráfico, o contra la corrupción?. Estamos corriendo el riesgo de que con las marchas empecemos a convalidar el delito. Si por alguna razón el día 6 de Marzo solo la mitad de la gente se moviliza, en relación con el 4 de Febrero, muchos concluirán que en Colombia se rechaza mas la guerrilla que el paramilitarismo, o peor, que a estos últimos se les justifica y hasta consiente.

La marcha popular requiere mucho cuidado al definir, cuando y contra quien se realiza. Mas aun, la sentencia no debería quedarse en el rechazo, deberían haber solicitudes concretas. No es acertado organizar marchas contra criminales porque por lo general no tienen resultado alguno. Ni es apropiado organizar tantas, ni tan seguidas porque se arriesga una mala interpretación del sentir popular. A mi entender, la marcha de rechazo a la guerrilla debió enfocarse en exigirle al gobierno mano dura y clausura de todos los canales políticos hasta que no exista una voluntad real en las guerrillas por negociar un sometimiento a la justicia. La del 6 de Marzo, podría hacerse para exigirle al gobierno mano dura con los parapoliticos y con los empresarios privados que han patrocinado el genocidio en los campos de Colombia.

La gente esta protestando contra la delincuencia, lo que es alentador, pero lo esta haciendo incorrectamente. El interlocutor de la ciudadanía no es el crimen organizado, es el gobierno. El gobierno es quien esta en la obligación de ejecutar el mandato de la población. A esa entidad deben ser dirigidas las peticiones publicas.

Otro aspecto relevante es que con las marchas no es suficiente. La sociedad civil colombiana esta desde hace mucho tiempo en déficit con sus obligaciones morales. La escasa censura a cierto tipo de delitos, como el narcotráfico o el lavado de activos (soporte de guerrilla y paramilitarismo), ha contribuido en gran medida a la expansión de los mismos. Hoy es un buen día para corregir ese rumbo.

Las verdaderas marchas de la población deben estar orientadas a dar resultados concretos y efectivos. Como en las urnas, por ejemplo. En la elección en que se reeligió a Álvaro Uribe, tan solo un 35% de votantes participo. Es ahí cuando todos debimos haber marchado. En multitudes. En esa y en todas las otras elecciones. Es ahí, en las mesas de votación, cuando el ciudadano tiene el poder en sus manos. El poder de decir: "Yo no soy ni guerrillero ni paraco" . . . . . . ."ni soy narcotraficante, ni consiento a quienes lo son".

El votante es el jefe de Colombia. Que ejerza ese poder debidamente cuando en verdad es importante. Todo lo demás ,aunque estimulante, no deja de ser simbólico y usualmente inútil.

Ñapa: Promotores de segunda reelección del Presidente deberían ser sinceros y promover de una vez la monarquía de la dinastía Uribe.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Marchando En Contravía

Mas que la marcha, lo útil y pedagógico fue ver el ambiente y el debate que se genero en torno a ella.

Imposible no comentar sobre el resultado de la marcha del Lunes. Pocas veces ve uno millones de personas protestando en las calles de manera pacifica. En Colombia o en cualquier otra parte. La primera conclusión que se debe sacar es la relevancia que ostenta el Internet en el mundo moderno y el poder que tienen las paginas interpersonales al estilo Facebook. Al ver la lista de lugares internacionales en los que marcharon colombianos se queda uno frío; muchos de ellos son difícilmente señalables en un mapa para el cristiano común.

Pero bueno, haciendo eso a un lado, metámonos en lo que fue la marcha y sus consecuencias. Tengo que aclarar que no soy muy optimista del resultado, al menos no en una marcha como esta, en la que el objetivo de la protesta no hace parte de la legalidad. Y aquí viene mi primera conclusión: al marchar contra las FARC, la gente le ha reconocido una conciencia civil. Decía yo en estas páginas la semana pasada que el gobierno, entre su actitud de no cerrar los canales políticos y su discurso de condena, no encuentra una definición de lo que las FARC son, sin importar cómo les llame. Pues con la convocatoria y con la marcha, es ahora la población la que aqueja confusión. La marcha pacifica tiene el objetivo de manifestar inconformismo y la intención de impulsar un cambio en aquel o aquellos que son la fuente del malestar.

Al marchar contra las FARC se les reconoce una conciencia civil y se acepta la posibilidad de que la protesta genere un cambio en ellas. Nadie pensaría en protestar contra una banda de apartamenteros, por ejemplo. Así entonces, la marcha es también un reconocimiento tácito, quizás inintencional, de la beligerancia de las guerrillas. Si bien pocos o ninguno de los marchantes las aceptan como partido o movimiento político, tampoco los consideran delincuentes comunes. En conclusión, no sabemos que son las guerrillas.

Seguidamente, tengo que mencionar la actitud del Polo Democrático. Mas allá de que la manifestacion sea fructuosa o infructuosa, no debería haber duda en la mente de ningún colombiano para condenar el accionar de ningún grupo armado. Las victimas del paramilitarismo no excusan las victimas de las FARC. Ni al contrario. No debería haber nadie que justifique a unos o a otros. ‘YO NO SOY NI GUERRILLERO NI PARACO’ debería ser el lema de todos los colombianos en la coyuntura histórica que enfrentamos. El comportamiento del Polo, su duda, sus explicaciones, son testimonio de que no es un partido político preparado para gobernar el país. Como no lo son tampoco los que argumentan en favor del paramilitarismo. Nadie que excuse, apoye, o que simplemente se niegue a rechazar la utilización de la violencia como método aceptable para hacer política, debe ser considerado como opción de poder. Como diríamos en la costa: El polo pelo el cobre.

Sus pocos dirigentes que han sido capaces de marcar distancia y de condenar abiertamente las guerrillas, independientemente del funcionamiento de otros grupos delictivos, deberían contemplar la posibilidad de abandonar la colectividad y hacerse espacio en otras toldas. Tal vez podrían jalonar el liberalismo hacia la centro izquierda, su lugar natural.

Dicho lo anterior, tendríamos que analizar ¿Que cambio entre el Domingo y el Martes?. Ahí encontraremos las consecuencias reales de lo que fue la caminata en si.

En cuanto al gobierno, no deberían allá celebrar tampoco. El pueblo no esta supuesto a lidiar con la delincuencia, para eso esta la fuerza publica, de quien el líder máximo es el jefe del estado. Si a la gente le toca directamente bregar contra el delito, es porque el gobierno, este y muchos otros que le precedieron, han sido ineficientes en proteger la vida, bienes y honra de la ciudadanía. Si las FARC, como reza en la retórica del ejecutivo, son un grupo de bandoleros, el gobierno estaría meramente festejando su incompetencia. Pero si no lo son. . . . . . he ahí el dilema.

Ñapa: Finalizo una nueva edición del carnaval de Barranquilla. Las balas de los violentos nunca atravesaran el escudo de alegría que vestimos los colombianos.

miércoles, 30 de enero de 2008

Indecisos

Si las FARC son un grupo político, la gira del Presidente fue muy exitosa. Si no lo son, fue una perdida de tiempo.

El conflicto que atraviesa la nación en lo referente a las guerrillas, los secuestrados, el canje, los países facilitadores, Venezuela y el resto de elementos involucrados, gira en torno a la posición del gobierno en relación con la beligerancia o la no beligerancia de las FARC.

Por un lado, el gobierno la niega basado en las normativas y las descripciones internacionales que definen esta condición. No es suficiente ser un grupo armado ni tener un ideal político para ser considerado beligerante. La intención no limpia el delito. Las guerrillas no son beligerantes, al menos así lo creo yo, porque no representan a nadie distinto de ellos mismos. Otorgarle la beligerancia a las FARC, además, no solo legitima su existencia, también deslegitima el estado colombiano y la democracia nacional. No puede haber grupos rebeldes legítimos en una democracia legítima. Por eso el gobierno acierta en su discurso.

La dificultad surge cuando ese mismo gobierno no reconcilia su retórica con su actitud. Al realizar esa gira por Europa con el objetivo de gestionar una nota de condena en contra de las FARC y de abogar para que allá no reconozcan estatus político al grupo armado, el gobierno incurre en un reconocimiento tácito de dicho estatus. Al aceptar la mediación de un gobierno extranjero, al negociar intercambios, al utilizar al Presidente para realizar una campaña diplomática, se esta haciendo un reconociemnto de beligerancia. Si se trata de delincuencia común, nada de lo anterior tiene sentido.

El gobierno es errático en su comportamiento. Si las FARC no son beligerantes, los escenarios políticos deben clausurarse y lo único discutible con ellas seria la liberación de todos los secuestrados, enmarcada en un proceso de sometimiento a la justicia, en las condiciones que el gobierno acuerde con el grupo ilegal. Si las FARC son beligerantes, entonces no habría que molestarse por las declaraciones de Hugo Chávez. Procedería entonces aceptar las condiciones para el canje y mentalizarse para décadas mas de guerra y “rentenciones”.

El gobierno que ha hecho del combate a las guerrillas su bandera política no se encuentra a si mismo en lo más esencial de esto: definir que tipo de organización son las FARC.

Por esa falta de definición, no es posible acabar con las guerrillas en Colombia. O el gobierno acepta la beligerancia de las guerrillas y se sienta a negociar con ellas la construcción de un nuevo estado. O no la acepta, y por el contrario, impulsa un gran acuerdo nacional suprapartidista para establecer el combate sin cuartel como una política de estado. En este escenario, al entender que el ‘chaparrón’ Uribe, ya no es coyuntura, sino una condición permanente e indefinida hacia el futuro, las FARC no podrían seguir de agache, ni esperando cambios de presidente. Quedarían enfrentados a dos opciones: la lucha armada sin perspectiva alguna, o la negociación de un sometimiento; en esta ocasión con condiciones mucho más favorables para el gobierno.

Para la oposición seria la gran oportunidad de borrar las dudas sobre su ideología. En Colombia no puede haber nadie “ni a favor, ni en contra de las FARC”. O se esta del lado del estado o se esta del lado de grupos ilegales que amenazan al estado usando el terror general como arma. Una izquierda democrática que, además de marcar distancia de la lucha armada empleando el discurso, se comprometa a tomar acción para proteger la institucionalidad nacional, lograría de una vez por todas ampliar su espectro político y sus perspectivas de gobierno.

Todo lo que estamos viendo en las semanas recientes es consecuencia de indecisión del gobierno. Resulta irónico que el gobierno con el caudal político mas grande que se haya visto en la historia reciente, no sea capaz de utilizarlo para tomar decisiones que generen cambios reales de cara al futuro.


Eduardo Plata Yidios

miércoles, 9 de enero de 2008

FARC No Han Perdido Nada


El proceso de liberación de Emmanuel termino como tenia que haber terminado. Desde el principio nunca fue serio. Nunca se trato de la liberación de personas, fue siempre un espectáculo para beneficio político de los participantes y así termino; como un show.

Bochornoso y frustrante, pero show al fin al cabo. Quizás como todas las otras tragicomedias cotidianas que nos ofrecen a los Colombianos. No hacían falta delegados internacionales, ni helicópteros de la cruz roja para liberar secuestrados (si los tuviesen). Basta con abandonarlos en cualquier vereda, o incluso con abstenerse de dispararles por la espalda cuando ellos intenten huir. Cualquier cosa adicional es solo teatro y oportunismo.

Me causa curiosidad, sin embargo, la reacción de la opinión ante lo ocurrido. Ligado al repudio general, parece haber una noción generalizada de que las FARC están ahora contra las cuerdas, de que han perdido credibilidad. Me pregunto yo, ¿A cuales cuerdas se refieren? ¿Cual credibilidad?. En todo este episodio, por deplorable que haya sido, las FARC no han perdido absolutamente nada.

Para poder apreciar la posición de las FARC, luego de la operación Emmanuel, debe tenerse en cuenta que estas son y han sido el malos del paseo por muchos años y como tal deben ser analizados sus resultados. Es esencial identificar que el objetivo principal de la guerrilla, por encima de ganar adeptos, es hacer quedar mal al gobierno. De esta manera deslegitiman al estado, lo degradan a la misma posición de la guerrilla, crean confusión en el público y es ahí cuando pueden ellos obtienen dividendos políticos.

Poco o nada les importa a ellos quedar mal. Mal han quedado mil una veces y nada ha ocurrido. ¿Acaso están hoy las FARC peor que el día que asesinaron los diputados del Valle? ¿O cuando la tragedia de Bojaya? ¿O después del proceso con Pastrana? No. No lo están. Están en el mismo sitio. El malo de la historia siempre tiene muy poco que perder y mucho que ganar. Siempre tiene nuevas oportunidades para reivindicarse. Si mañana decidiesen liberar a Clara Rojas, lo de la operación Emmanuel pasaría al olvido.

El estrangulamiento político de las FARC no ocurrirá mediante sus numerosas agresiones a la sociedad y sus continuas faltas de básica decencia humana; en todas ellas reside una posibilidad de reivindicación. La muerte política de las FARC se dará cuando se les cierren todos los espacios políticos y no puedan ofender a nadie porque no tengan oportunidades para hacerlo. Cuando la única comunicación que exista entre ellas y el estado sea para negociar un sometimiento a la justicia. Eso no sucederá mientras ese aislamiento absoluto no sea una política de estado en Colombia.

No pueden haber posiciones "ni a favor, ni en contra" de las FARC. Quien no esta en contra de las FARC, ciertamente tampoco esta a favor de Colombia. Hace falta un pacto nacional que le corte el oxigeno a los grupos violentos hasta el punto en que su existencia ya no sea viable. Mientras tanto seguiremos en lo mismo. En escenas lamentables, una tras otra.

Así como las FARC no han perdido, tampoco el gobierno ha ganado nada. Su relación con la guerrilla sigue siendo la misma y ya se habla de nuevos acercamientos, lo que abre una puerta mas para ellas y las oxigena nuevamente ante la opinión. Acaso el único que gano algo fue el eterno candidato Álvaro Uribe, que por su misma condición de candidato, no es capaz de trazar lineamientos que produzcan resultados definitivos a largo plazo. Ha quedado si en evidencia la falta de solidez de las FARC, que cada día demuestran mas su fragmentación interna; solo así se explica tanta estupidez.

Y, por encima de todo, esta el niño Emmanuel, que ahora podrá llevar una vida normal; esto hace el episodio menos dramático aún. Por eso concluimos que acá las FARC no han perdido nada. La que perdió algo fue Colombia, que volvió a dejar en claro que no es un país serio. Y los países inserios nunca progresan.

Ñapa: Me gustaría que alguien me explicase como es que una senadora colombiana recibe vacaciones pagadas por un gobierno extranjero. Como puede ser eso legal. O al menos . . . leal.