sábado, 5 de abril de 2008

Jugando al Gallo Capon


Esta mañana, al leer el periódico me di cuenta que ya lo había leído ayer. Que lo había leído una semana atrás. Que ya lo había leído el año pasado. Pensé entonces que el acontecer nacional es como una de esas novelas reencauchadas en las que solo cambian nombres y rostros. Todo es igual, todo es predecible, todo se repite de manera infinita; como en el cuento del gallo capón. Condenados a una historia reiterativa que no tiene final alguno.

No avanzamos. No recorremos distancia alguna. Nuestros movimientos son meramente rotacionales, que ni siquiera circulares. Le hemos perdido el paso a la historia y ella, que no espera por nadie, nos ha dejado atrás a merced de nuestros pesares. Observando el progreso con una suerte de mezcla entre deseo y frustración. Y a nuestro alrededor, otros como nosotros, pueblos torpes que, aun sin guerra, han iguálmente fracasado en encontrar el rumbo.

Estamos todos aquí secuestrados por una guerra estúpida, como lo son todas las peleas entre hermanos, de la que tan solo la imaginación nos libera de vez en cuando. Aun en momentos de reposo inadvertido, nos asecha la maldita tentación de hablar de la guerrilla, de Uribe, de los paramilitares. Se nos ha reducido tanto el mundo que ya solo hablamos de eso. De la guerra y de vez en cuando de algún otro tema ligado a ella, como de la desdichada Ingrid, o de persecuciones de bandidos, o de cualquier otra desgracia, de las muchas que aquí presenciamos a diario.

Pertenezco yo a una generación a la que le es difícil imaginar una Colombia sin Guerra. Es un pensamiento en el que cohabitan la ilusión y el miedo. La Guerra ha sido nuestra excusa, la excusa de nuestros padres, la de nuestros abuelos. Su inexistencia nos pondría de frente a nuestras culpas; podría arrebatarnos la capacidad de mirar a nuestros hijos a la cara. Son muchos los años de barbarie, de confusión, de cobardía.

Hacemos todos parte, por acción u omisión, de una tragicomedia en la que unos alegan defender un pueblo que en realidad les desprecia; y otros se proclaman refundadores de un estado que nadie les ha pedido refundar. Ambos usan los mismos métodos y razones. Esos que bien expuso este nuevo alias "Cobra"; quien confesando haber degollado una pequeña de seis años, se justifico en que la niña crecería para ser su enemiga. En realidad, aquí nadie es nada, ni pretende nada, ni busca nada. Unos y otros, como lo dijera alguna vez el coronel Aureliano Buendía: "no son mas que materifes".

La Guerra ha sido tan larga y tan absurda que se ha convertido en causa y consecuencia de si misma. Casi puedo escuchar a Tirofijo preguntándole a Jojoy: "Mono, que carajos hice con mi vida". A lo cual Jojoy, atolondrado por el perpetuo olor a pólvora y temeroso de decir alguna estupidez que le cueste el fusilamiento, tan solo lo mira y calla. El también se hace la misma pregunta y tampoco encuentra respuesta.

Así estamos y así seguiremos porque no hay nada que admita pensar lo contrario. Es todo como un juego de damas chinas que se encuentra trabado y del que solo se puede salir reorganizando las fichas bajo acuerdo mutuo, o dando un impredecible puñetazo sobre la mesa. Pero nuestras miserias son tales que no dan ni para lo uno, ni para lo otro.

Por eso cuando alguien le pregunta a uno que como van las cosas en Colombia, no queda mas remedio que responder: "La misma vaina". Y entonces arriesgarse a que alguien replique: "Yo no te dije que si la misma vaina, te pregunte que si quieres que te eche el cuento de gallo capón".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Oiga estimado Eduardo y lo mas complejo del asunto es que realmente ese cuentico del gallo capon se puede extender hasta terrenos insospechados, es decir; no creo que esten esperando a que en Colombia alguien o todos duerman, aca lo que se esta esperando es que cuenten al gallo capon y lo cuenten y lo cuenten, hasta que no dormiremos sino que estallaremos... Y como todo evoluciona aunque tambien para mal - Para no contradecirte - pues aca no estamos ya en el proceso 8000 mil sino en el 16000 y lo que viene no sera un Bogotazo sino.... vallamos preparando el nombre.

Especial saludo y con su ultima publicacion me autonombro seguidor de otro blog mas, el de Eduardo Plata.