sábado, 21 de julio de 2007

La Marcha De Octubre

Si bien las marchas envían un mensaje social importante, es imprescindible pasar de lo simbólico a lo practico.

Hoy, cuando dos semanas han pasado desde que se realizo la multitudinaria protesta en contra del secuestro, es posible analizar sus efectos en un ambiente mas reposado. Podríamos empezar por señalar la manifestación, como un gran despertar de una sociedad que se percibía indiferente ante el acecho generalizado del crimen en todas sus facetas. Lo mejor de la marcha fue que se marcho; valga la redundancia.

Debe señalarse que es poco común este tipo de manifestación. La marcha fue creada como método de protesta contra el establecimiento oficial. Como una herramienta del pueblo para expresar descontento con los gobiernos. Movilizarse en contra del crimen no es usual; es mas, en realidad las marchas en contra del crimen son una mala interpretación del sentido real de la misma marcha. Al ser responsabilidad del estado, proveer bienestar y seguridad al pueblo que gobierna, toda manifestación de inconformismo de ese pueblo, es producto de las carencias del gobierno administrador. La ciudadania lidia con el gobierno y el gobierno lidia con la delincuencia.

En el caso de Colombia, la gente se pronuncio para exigir el fin del secuestro y la liberación de los plagiados. La marcha debe entenderse como una protesta, quizas indirecta, contra este gobierno y todos los anteriores recientes; una censura a su incapacidad de contener y neutralizar el accionar de las organizaciones criminales. Mal hacen los gobiernos, el central y los regionales, al pretender endosarse una causa que es provocada por sus falencias historicas.

Es por eso que la marcha real de los colombianos ha de ser en Octubre. En las elecciones locales. Es ahí cuando el pueblo tendrá su oportunidad de pasar de los simbolismos a las acciones concretas. Depositando el voto por aquellos gobernantes dispuestos a contener el crimen, y a no ser selectivos al hacerlo. El secuestro no es una actividad independiente en Colombia; hace parte de un gran andamiaje delictivo que incluye: narcotráfico, guerrillas, para militarismo, corrupción, y muchos otros. Para acabar con uno, se debe acabar con todos.

Parte de la crisis social que vive el país se debe a que sus ciudadanos desconocen la dimensión real del poder que poseen a través del sufragio. Solo así se entiende el mal uso que de el se hace. Encima de los múltiples delitos electorales, tan comunes en épocas de votación, existe un desprecio popular hacia el voto, que se ha venido acrecentando en las ultimas elecciones.

Véase el caso de Cartagena en las elecciones del año 2006. Como rechazo a los candidatos , especialmente al señor Nicolás Curi, se realizo una gran movilización a favor de la abstención. El resultado fue que Nicolás Curi, con apenas 50000 votos, tan solo un 10% de la población votante, de todas formas gano. La abstención del 77%, fue una protesta completamente inútil.

Algo parecido ocurrió en las elecciones presidenciales, donde la abstención alcanzo el 65%. El Presidente Álvaro Uribe, que barrio a la oposición, fue de todas maneras incapaz de cautivar a la mayoría de los colombianos. En cifras finales, por el presidente solo voto entre el 20 y el 25% de los votantes. Ni hablar de las recientes consultas internas, ahí la abstención supero el 90%. La gran mayoría de colombianos, o esta siendo indiferente, o esta desinformada sobre el efecto real de la abstención.

Hacerse el loco ante los problemas no contribuye a resolverlos. La apatía es la aliada numero uno del crimen en Colombia. Por eso, regresando al comienzo de este escrito. Lo mas importante fue haber marchado. Ahora hace falta mantener esa energía y dejarla correr en una gran movilización en Octubre próximo. En las elecciones, donde las manifestaciones ciudadanas si tienen efectos concretos y contundentes.

Ñapa: Declaración del Ministro de Defensa sobre el resurgimiento de grupos paramilitares, suena bastante parecida a una que señalaba que en el Putumayo, ya no quedaba una sola mata de coca.

Eduardo Plata Yidios
platayidios@gmail.com

martes, 3 de julio de 2007

Secuestro Colectivo

Creciente apoyo al intercambio humanitario luego de ejecución de diputados del Valle, otorga a las FARC el resultado buscado: Arrinconamiento del estado mediante el secuestro masivo de Colombia.

11 cadáveres sin heridos dan fe de ejecución. Trágico desenlace el que tuvo el plagio de los diputados del Valle. 5 años de agonía que culminan de manera ruin. Desde aquí enviamos nuestra solidaridad a las familias que hoy sufren por la ausencia de sus seres queridos. Deben ellos, junto con todas las demás victimas de la guerra colombiana, estar cada noche en las oraciones de los que, gracias a dios, aun no hemos salido en el periódico.

En estos momentos de duelo, es pertinente que la sociedad civil colombiana se de cuenta lo que aquí ha sucedido. El comportamiento de las FARC obedece a una estrategia de amedrentamiento colectivo, que busca lastimar la imagen del gobierno y achacarle responsabilidades en la muerte de los diputados. Han sido las FARC las que los han secuestrado. Han sido las FARC las que los han asesinado. Son las FARC, y únicamente las FARC, las que deben recibir la condena de la sociedad civil colombiana y de la comunidad internacional.

Se debe juntar filas en apoyo al gobierno nacional y movilizarse en favor de lo que representa la institucionalidad, la democracia y el estado de derecho en Colombia. No debemos, en respuesta al asesinato de los diputados, acorralar al gobierno y forzarlo a ceder ante la guerrilla. Este episodio debe servir para endurecer la posición de la sociedad respecto a los grupos al margen de la ley y exigirles a ellos la liberación unilateral e incondicional de todos los secuestrados bajo su custodia.

La comunidad internacional también le debe respaldo al gobierno nacional. Es lamentable, por ejemplo, el proceder del gobierno de Nicolás Sarkozy; que cada vez evidencia más su uso del drama de los secuestrados como método para obtener dividendos políticos en Francia. Pretender ser el bueno del paseo, sin tener en cuenta el pasado y el presente de Colombia, es una mojigatería impresentable.

Llevamos medio siglo de guerra sin resultado alguno. La única solución al conflicto será sometimiento a la justicia por parte de las FARC. Esto ocurrirá, al igual que en cualquier otra guerra, cuando las FARC pierdan toda esperanza de llegar al poder por las armas; y eso no sucederá mientras las guerrillas sigan obteniendo victorias militares o políticas. Ceder en tema de intercambio humanitario es conceder a las FARC una victoria política que alejara aun más cualquier perspectiva de paz en Colombia.

Por cuenta del intercambio humanitario, la guerrilla pretende propinarle al gobierno la derrota más grande de los últimos anos. Después de 5 años de seguridad democrática, hoy, igual que en tiempos de Andrés Pastrana, las FARC nuevamente han secuestrado a todo el país. Todo el terreno político que se le gano a las FARC se esta perdiendo.

La respuesta negativa de las FARC a la decisión presidencial de liberar unilateralmente a los guerrilleros, demuestra que el interés de las FARC en el intercambio humanitario no tiene relación alguna con la libertad de sus combatientes. Si ese fuera el caso podrían ellos haber precedido de igual manera y liberar a los secuestrados. Así el intercambio, uno que si habría sido humanitario únicamente, se habría consumado. Pero no. Ellos buscan con el intercambio una victoria política: el arrodillamiento del estado ante sus condiciones.

Lo que Colombia tiene en sus manos es un pulso entre la institucionalidad y el crimen. No solo discutimos sobre la vida y la libertad de las personas en cautiverio. Discutimos sobre la vida y la libertad de las que están libres. Discutimos un futuro estable en el que se pueda construir un país con la solidez requerida para lograr un desarrollo social sostenible.

Ya en una oportunidad manifesté mi rechazo al intercambio humanitario por ser un procedimiento que únicamente garantiza el secuestro de más colombianos en el futuro; y por no incluir la totalidad de los colombianos en poder de las guerrillas. Hoy, cuando las intenciones de las FARC se han hecho aun mas claras, vuelvo a rechazarlo. Todos queremos ver una Colombia libre de secuestros. Dando ánimos y haciendo concesiones a los criminales no lo lograremos nunca.

Eduardo Plata Yidios
platayidios@gmail.com