viernes, 25 de septiembre de 2009

Mercenarios Azules


El partido conservador, lejos de haberse debilitado, goza de gran influencia en las esferas del poder nacional. El problema es que ya ni es conservador, ni es partido político.

Es innegable el valor que tiene el partido conservador en lo que se podría llamar la política contante y sonante. Su cuota burocrática es inmensa, su solidez en el gobierno la testifican sus dos últimos ministros del interior, y su presencia en el congreso es amplia: 29 de 166 representantes y 18 de 102 senadores. Fuerzas nada despreciables. Su ejército en el congreso tiene el peso suficiente para ser tenido en cuenta en cualquier iniciativa legislativa. Sus resultados en la última elección les fueron favorables en lo que a cantidades se refiere.

Sin embargo, si analizamos un poco mas en detalle los números del partido en el 2006, podemos identificar varios detalles que merecerían repaso al interior de esa colectividad; entre ellos, que es el único partido importante de Colombia que no logro elegir una mujer al senado de la republica; otro, que su senador con mayor votación llego de 11 en la lista general, lo cual evidencia la falta de arrastre de sus lideres. Así pues, a pesar de su capital “contante y sonante”, los azules han perdido mucho apoyo distinto al que sus poderosas maquinarias les confieren. Han abandonado su norte ideológico. De representar principios históricamente conservadores, como la responsabilidad fiscal, la promoción de la empresa privada, los valores religiosos y cívicos; ya hoy no queda más que un grupo de mercenarios electorales al servicio del mejor postor; que en este momento es sin duda Álvaro Uribe.

Para ser realistas, no es sensato esperar liderazgo, ni propuestas, ni protagonismo alguno proveniente de una organización liderada por Holguín Sardi y luego por Cepeda. Ninguno de los dos representa nada, ni serán recordados por nada, ni producen el mínimo sentimiento de inspiración en los votantes. Ambos han sido jefes del directorio azul por la simple razón de que alguien tiene que serlo; y ante la abrumadora sequía ideológica que allí se vive, cualquier opción es tan buena como la siguiente. Como quien dice, han llegado por “default”.

Con sus precandidatos a la presidencia sucede lo mismo. Varían entre la irrelevancia de Araujo o de Galat, el oportunismo de Sanin y el arrodillamiento de Arias. Recuerdo que en una de sus columnas, el expresidentes Alfonso López Michelsen escribía que la gente tendía a confundir el carácter con el mal humor. Bueno, pues todo lo contrario es lo que ocurre con el exministro Arias: se le confunde el mal humor con carácter. Acaso puede haber carácter en quien públicamente se declara sirviente incondicional de otro. Ese es el carácter que se limita a la obediencia. Salir de Uribe para entronar un pajecito suyo seria una “Hecatombe”.

Los pesos pesados del partido son concientes de la situación y por eso no se arriesgan. Prefieren seguir poniéndole sus centavitos al caballo más fuerte; así no sea de ellos. Les parece más seguro que exponerse a un posible ridículo, que resulte de intentar infructuosamente venderles a los votantes un candidato propio que acabe vapuleado en primera vuelta. No se equivocan; ese seria el más seguro resultado. Por eso su mejor opción es la candidatura del Presidente. De no aprobarse la segunda reelección, los vacíos del partido quedaran en evidencia el año entrante.

El desajuste político generado por la perpetuación en el poder del Presidente de la Republica ha perjudicado a los partidos. Me parece a mí que sobretodo a aquellos cercanos al gobierno. Así ellos mientras tanto sigan “Barriga llena, corazón contento”.

No hay comentarios.: