miércoles, 7 de enero de 2009

El Fin de los Intermediarios

El comercio por Internet acabara a todos quienes no se le adapten. Es el presente, que ya ni siquiera el futuro.

En 1927 escribía el pensador norteamericano John Dewey que la prensa era el soporte de la democracia, toda vez que las comunicaciones han permitido al ciudadano difundir ideas, informarse, agruparse y en últimas: participar. Actividades que sin la masificación de la información serian muy complicadas. Los medios de comunicación revolucionaron y encogieron al mundo, y así otorgaron al acontecer mundial el interés característico de lo próximo.

Hoy, siglos después de la aparición de la prensa, la sociedad se enfrenta a otra revolución en las comunicaciones y las formas de interactuar entre los seres humanos: El Internet. El “World Wide Web”, diseñado como medio de interacción entre científicos del centro europeo de investigaciones nucleares, se difundió de tal forma que hoy día no hay rincón del planeta desconectado. El mundo pasó de la proximidad a la inmediatez. De esa forma todos nos enteramos de la muerte de Michael Jackson a pocos minutos de su fallecimiento. Es así como todos hemos sido espectadores de las protestas en Irán, muy a pesar del fallido esfuerzo oficial de contener la información; en este caso trasmitida por personas corrientes, no suscritas a ningún medio de prensa, ciudadanos comunes, como usted o como yo. He allí un cambio fundamental que ha generado el Internet: ha acabado con los intermediarios. Al menos con los convencionales.

De un revolcón cultural tan enorme no se escapa ningún ámbito de la vida cotidiana; mucho menos el comercio. A pesar de que en Colombia el comercio electrónico apenas despega, pronto alcanzara los niveles de otros sitios. En el mundo desarrollado se negocian de forma electrónica todo tipo de artículos; desde discos musicales, hasta vehículos, pasando por seguros de vida, pasajes aéreos, arreglos florales, muebles y cualquier otra cosa vendible. Y es solo el principio.

El Internet acabara, o transformara, absolutamente todos los intermediarios. En la medida en que las nuevas generaciones remplacen a las anteriores, cada vez menos transacciones se realizaran mediante facilitadores. Menos cajeros en los bancos, menos vendedores en los almacenes; incluso menos burócratas, puesto que muchos papeleos se realizaran también frente a una pantalla.

Medios de comunicación impresos, servicios de correo, tiendas de música, almacenes de todo tipo tendrán que adaptarse o cerrar. Es el presente y el futuro del mundo. De el no escapara nadie; incluidas las agencias de viajes. Es por ello que su lucha contra las ventas electrónicas de pasajes aéreos es tonta. Pretende escaparle a la realidad. Las agencias tendrán que encontrar una forma de existir en el mundo del Internet o resignarse a desaparecer.

El sobrecargo administrativo a los tiquetes electrónicos solo hará mas larga y dolorosa la caída, para las agencias y para el país, que de aceptar dicho cargo estaría creando un subsidio a la ineficiencia. No de otra forma se entiende esa figura. Encarecer un producto para que alguien que no esta en capacidad de competir lo haga. Muchas otras industrias podrían reclamarle al gobierno ayudas semejantes. En unas pocas décadas estaría el fisco público financiando la existencia a una cantidad de negocios obsoletos e inviables.

En otras latitudes las agencias, y todas las otras industrias, han mutado y se han adaptado al nuevo escenario comercial. Es el caso de los portales Expedia y Travelocity, que no son otra cosa que agencias de viajes del ciberespacio. A través de ellas se puede no solo comprar boletos de avión sino hacer reservas hoteleras, planear actividades, rentar carros y todo lo que haga falta para ir de vacaciones.

El transito a la modernidad es obligatorio para el ser humano. Depende de cada quien el hacerlo voluntariamente y evolucionar, u oponerse y acabar haciéndolo por la fuerza y de manera traumática.

Napa: La deferencia entre las democracias desarrolladas y aquellos que no lo son tanto consiste en que mientras unas protegen el sistema, las otras siguen apostándole a las individualidades.

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