sábado, 4 de agosto de 2007

Politica Factica


Gracias a las acusaciones del Presidente a la corte suprema, se ha reabierto el debate sobre si el proceso con lso paras es judicial o politico. Yo, insolentemente, responderé diciendo que es un proceso político ‘de facto’. Por llamarlo de alguna forma.

Con ello quiero decir que es político porque no queda otra alternativa. Porque la realidad que le rodea lo hace político. No hay forma de que sea judicial. ¿Por qué? Pues porque la posición del estado es muy débil frente a la posición de aquellos que se supone se someten a la justicia. El estado no tiene como exigir nada. Fueron los mismos paramilitares los que propusieron someterse a la justicia y fueron ellos, a través de sus innumerables congresistas simpatizantes, los que controlaron la ley que usarían para enmarcar el proceso. Y serán ellos los que controlen el desenlace final que tenga.

El rol del estado, desde el principio, ha sido protocolario. La participación del gobierno cumple la función de darle validez legal a aquello que se decide en el entorno de las AUC. Los paras a cambio, se han prestado para que el gobierno haga demostraciones de fortaleza de vez en cuando. Y aquí entramos en un terreno que lo hace mas político aun. Porque no hay anda mas político que la conveniencia.

¿Como ha sucedido esto?. Pues bien, son las consecuencias de la derrota. Si, de la derrota. ¿Cuál? Aquella que se ha sufrido contra el crimen. ¿En que ambito? En el militar, el judicial, el económico, el político. El social en general. Para el crimen derrotar al esatdo no necesita suplantarlo, necesita meramente gatantizar su supervicencia y su operacion.

La única razón por la cual el gobierno decide acudir a acuerdos de paz y leyes de sometimiento, es la incapacidad de obtener una victoria unilateral sobre los grupos armados al margen de la ley. No se puede porque no se esta preparado para ello. Tantos casos aislados lo impiden. Hay factores internos que debilitan la fortaleza de nuestras fuerzas armadas y con ello dan al traste con el patriótico esfuerzo de aquellos que ofrecen su vida para defender la institucionalidad nacional.

En el sector judicial sucede igual. Hay un ejercito de complicidades con el delito y de triquiñuelas que se le juegan al sistema judicial colombiano día tras día. Ahí están los senadores acusados de la parapolitica, tratando de brincarse a la corte, porque son ellos consientes de que con la fiscalia les iría mejor. Y con ellos entramos a lo político. Y ahí podríamos hablar por días de cómo el crimen ha vencido a la política colombiana. Y tendríamos que terminar hablando de cómo, al final, con lo de la para política, la política colombiana y el crimen organizado, en muchas partes, han pasado a ser un solo ente.

En realidad, en Colombia no existen grupos sediciosos. Los crimenes de las organizaciones armadas hace mucho que superaron los umnbrales politicos. El dilema lo genera el amedrentameinto nacional que existe. “Es mucho mejor que esten desmobilizados a que sigan en el monte matando gnte” dicen las voces del gobierno. Es decir, si n hay amnistia, habran muertos. Lo que se ha hecho es secuestrar al pueblo colombiano y forzarlo a perdonar lso crimenes del paramilitarismo. La ley de justicia y paz es una herrameinta legal para legitimar ese plagio. Lo mas triste es que todo ha sidfo cosnentido y orquestrado por las instituciones de la republica. Y aun falta el proceso con las guerrilas que sera igual o quizas peor.

Por todo eso, que a nadie le quede la duda; el proceso con los paramilitares es político y no judicial. Ademas, porque para que algo sea judicial, debe, por definición, contener algo de justicia. La pregunta entonces es: ¿Cómo hace este país para sacudirse y salirle al paso al asedio del delito?. Pues censurándole. Castigándole con severidad. Cambiando este país mediante el cambio de sus dirigentes. ¿Cómo? ¿Dónde?. En las urnas. Un voto a la vez.
Quedara pendiente de todas fromas el detalle de la corte penal internacional. Sera muy dificil venderle a dicho organismo, el acurdo que aca estamos haciendo. Una venta muy dura, hasta para un paisa culebrero.

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