sábado, 24 de febrero de 2007

Buenas Noticias


Tengo que confesar que me place mucho ver tras las rejas a todos los congresistas que en estos momentos están detenidos a causa de sus alianzas con los grupos armados. No participaré de la actitud mojigata de aquellos que dicen no alegrarse de la tragedia ajena. Por supuesto que debe producir gran satisfacción que aquellos que participaron en el exterminio sistemático de compatriotas estén al fin tras las rejas. Dios quiera sigan cayendo.


Curioso que, hasta ahora, todos los detenidos sean parlamentarios integrantes de partidos pertenecientes a la coalición de gobierno. Cierto es que uno no puede controlar las simpatías que despierta en los demás. Pero no menos cierto es que cuando a uno lo quieren tanto los delincuentes, vale la pena revisar que es lo que dice o hace uno, que los atrae tanto. Curioso también que el Presidente no haya entrado en furia y llamado “terroristas de civil” a estos seis congresistas detenidos por lazos con grupos genocidas.


Así están las cosas, seis congresistas más están sindicados y la lista promete alargarse. El próximo podría ser el senador Ciro Ramírez. Sí, el mismo que no siente pudor alguno al promover que se reelija a Álvaro Uribe una y otra vez. Ahora resulta que el senador Ramírez está enredado por unas presuntas relaciones con un mafioso. Y así seguirán cayendo. Hay muchos más en capilla. Si se llegasen a procesar todos ellos, el gobierno podría pasar a ser minoría en la Cámara alta.


Teniendo en cuenta el manto de dudas que siempre ha habido sobre el Parlamento nacional, el hecho de que por fin se destape la olla podrida y que los culpables estén siendo procesados, le da un gran aire a la democracia nacional. Habla muy bien del Estado colombiano. El poder legislativo está siendo depurado por el poder judicial, el cual ha estado a la altura de las circunstancias y no le ha temblado el pulso para zarandear los apoyos al poder ejecutivo, que se limita a observar calladamente. Excelentes noticias.


Queda entonces por resolver qué se hace ahora con lo que queda o quedará del Senado. Se habla de revocatorias y de reformas. Reformas sí, revocatorias no. Una revocatoria traería consigo una desestabilización del país que es inconveniente y que además no resolvería nada. Si bien algunos senadores involucrados con el crimen han sido apresados, las organizaciones delictivas que los llevaron al poder no han sido desmontadas. Asesinatos de testigos, como Yolanda Izquierdo, dan fe de ello. Llamar a nuevas elecciones legislativas abriría la posibilidad para que dichas organizaciones colocaran fichas nuevas en el Congreso.


Aquí, al estar involucrado un crimen electoral, impera que se eliminen todos los votos depositados a favor de los congresistas detenidos, y que se vuelva a calcular la cifra repartidora que otorga el número de cúreles por movimiento político. El controversial voto preferente cumplirá por fin una función muy útil. De esta forma se castigaría a aquellos partidos que no se dieron a la tarea de proteger la democracia nacional. Se evitaría que la remoción de los congresistas acusados por la corte se convierta en un caso de “quítate tu pa’ ponerme yo”. Acá lo que está en juego es la democracia nacional y el hecho de que los grupos armados ilegales se han involucrado en el poder legislativo. El nombre de la persona que los representa es lo de menos, lo primordial son los votos y la influencia del crimen en el proceso electoral.


Esto habría que hacerlo cada vez que un nuevo congresista sea sindicado por la Corte. Hasta que se venza el período del Congreso actual. Según lo hasta ahora ocurrido y lo que se espera para el futuro, más de un partido podría llegar incluso a caer por debajo del umbral y perder toda su representación.


Reformas sí. Y muchas. Reducción del número de senadores a dos por departamento. Aumento del umbral electoral. Ponerles obstáculos a las herencias electorales. Todas ellas tendrían que discutirse debidamente y su implementación se haría con la llegada de un nuevo Congreso.


En todo caso, de lo que acá se haga dependerá mucho el futuro de este país. Los crímenes cometidos por los parlamentarios en cuestión superan con creces en gravedad, crueldad e impacto a aquellos cometidos en el pasado en situaciones como la del proceso 8.000. Entre más caigan mejor. Ojalá caigan también muchos industriales y ganaderos que, igualmente, han promovido campañas de sangre en los campos de Colombia. Solo después de una gran limpieza judicial podremos empezar a pensar en reconstruir esta Nación.


Ñapa: Más allá de su inocencia o su culpabilidad en los hechos de la campaña de 1994, Horacio Serpa encarna la destrucción del Partido Liberal. Su retiro absoluto del partido y de la política en general es vital para que el partido pueda reorganizarse y recuperar los apoyos sociales que ha perdido.

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