jueves, 17 de mayo de 2007

Males Mayores y Menores

Es cierto que los paramilitares son un mal menor. Las guerrillas también lo son. El mal mayor son todos aquellos que justifican la existencia de unos y otros.

Lamentable el resultado de la encuesta divulgada recientemente por la revista Semana. Después de conocerse el espeluznante informe sobre fosas comunes publicado por el diario El Tiempo, la encuesta debería prender las alarmas del país. Pensaría uno que palpar la barbarie de la guerra, relatada por victimas y victimarios, despertaría la conciencia nacional y lanzaría el país completo hacia el rechazo de las vías de hecho. Especialmente aquellas tan monstruosas como las narradas en el informe. Más aun cuando entre las victimas de la crueldad hay niños. Muchos niños.

Pero no. Muchos colombianos justifican todo aquello. Lo consideran un precio justo que necesitaba pagarse en aras de superar la crisis que las guerrillas habían forjado. Más de uno confeso que su opinión sobre el paramilitarismo había mejorado, o que deberían soltárselos de nuevo a la guerrilla. Eso es lo que hay. Un pueblo tolerante de las formas y ajeno a la desgracia común.

Con un entorno de esas características todo resulta irrelevante. Si los paramilitares confiesan o no, si se repara a las victimas o no; todo es irrelevante. La opinión nacional es indiferente ante la información. Todo esta justificado. El mal causado por las guerrillas excusa los métodos que se utilicen para detenerlo. Si ello implica la desaparición de 30000 personas, pues que así sea. La guerrilla tenia que contenerse.

En el otro extremo la mentalidad es la misma. Y sus teorías y conclusiones, iguales también. El abanderamiento abusivo de la voluntad popular y la justificación del crimen como método de lucha social. Todo vale. Y al final, todo deriva en delincuencia común o en narcotráfico. Porque el cerebro humano es degenerativo y la familiaridad con el crimen, tarde o temprano criminaliza e lleva a que en el camino se pierda cualquier otra idea que pudiese haber existido originalmente.

Y en estas condiciones, la nación luce impotente no solo para curar sus males, también para identificarlos. Paramilitarismo, guerrillas, incluso narcotráfico, son males coyunturales producidos por males estructurales que son la falta de educación, de tolerancia y de respeto por el prójimo, su existencia y sus ideas. He ahí el foco de la discusión.

El problema grave de Colombia no es que haya paramilitares, ni que haya guerrilleros. A pesar de la tragedia nacional que juntos e individualmente han ocasionado. Lo crítico es que la nación sigue siendo caldo de cultivo para que ambientes como el actual vuelvan a presentarse sistemática e indefinidamente. Colombia no rechaza, ni castiga con severidad los grupos armados. Todo lo contrario; Los justifica, y en muchos casos los consiente.

No por censurar el paramilitarismo se es guerrillero. Ni por recriminar las guerrillas se es paramilitar. No se debe ser ni una cosa ni la otra. Y el estado esta en la obligación de combatir sin tregua a todos aquellos que sean lo uno o lo otro. Si la opinión pública no se espabila, se verá condenada a repetir su presente y su pasado. La conciencia social del país es la que esta causando tanta tragedia.

¿Y el gobierno? En lo usual. Jugando al teléfono roto con sus antecesores. Nunca se sabe de quién es la culpa. Lo que si se sabe es que hay problemas y nadie los resuelve. Y mientras la opinión no exija respuestas con firmeza, así continuara ocurriendo. Un gobierno tras otro.

Solo mediante una gran labor de educación, de promoción del derecho ajeno a existir, a pensar y a opinar, se creara un país preparado para el crecimiento social, político y económico. Todo lo demás son paños tibios para perpetuar el estatus quo. Posponer las soluciones reales y mientras tanto esperar. Esperar y rezar para que en el futuro ni nuestros nombres, ni los de nuestros seres cercanos, aparezcan en informes de El Tiempo. Ni como victimas, ni como victimarios.


Eduardo Plata

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